jueves, 17 de diciembre de 2015

Camino francés. Parte 1: de St-Jean-Pied-de-Port a Nájera


Esta entrada es un poco especial, ya que es un fragmento de cuatro que voy a escribir sobre el Camino de Santiago, que hice con mi padre. Como hacerlo entero lleva aproximadamente un mes (y no disponemos de tanto tiempo seguido), dividimos la ruta en cuatro semanas. La idea es hacer una entrada por cada una de esas semanas.


Después de esta pequeña introducción general, centrémonos en la primera semana de esta inolvidable experiencia. Fue en junio de 2013. Empezamos en la localidad francesa fronteriza de Saint-Jean-Pied-du-Port, lugar más habitual para empezar el camino francés (aunque Roncesvalles se lleva toda la fama). Fue un día de vistas preciosas pero muy agotador, ya que tuvimos que cruzar los Pirineos a pie... pero me encantó cruzar una frontera nacional caminando, mereció la pena. Era nuestro primer día y no sabíamos muy bien cómo funcionaba todo. Veíamos muchísima gente y estábamos preocupados por si tendríamos o no camas en Roncesvalles, así que tomamos un paso bastante acelerado. Aunque al final resultó que no hizo falta ir tan rápido: el albergue era ENORME y estaba preparado para acoger a muchos peregrinos (para la siguiente ya lo sabemos).

Ayuntamiento de Pamplona
La primera ciudad de tamaño importante que cruzamos fue Pamplona, pero no dormimos ahí. La atravesamos nuestro tercer día, en el que fuimos desde Larrasoaña hasta Zariquiegui (muy vasco todo). Recuerdo Pamplona muy bien, pero no por los monumentos ni los lugares de interés, sino porque llevábamos caminando 4 horas o más y no encontrábamos ningún sitio para desayunar. Pero la espera mereció la pena, porque a la entrada de Pamplona nos topamos con una de las mejores confiterías en las que he estado jamás (seguramente no era tan buena, pero el hambre que tenía...) en la que tenían cruasanes recién hechos.

En nuestros cuarto y quinto días las localidades más grandes en las que estuvimos fueron Estella (15 mil habitantes), Puente la Reina (2700) y Los Arcos (1400); lo demás, todo pueblos de tres o cuatro casas. Pero llegar hasta Los Arcos con vida desde Lorca fue un reto. Y dramatizo tanto esta etapa porque fue una de las más duras para mí. De los 30km que hicimos, los últimos 11 parecían sacados de una película del Wild West. Todo seco, marrón, sin sombra, caudales de ríos vacíos... y bajo un sol abrasador. Pero creedme cuando digo que cuanto más duro el día, más aprecias llegar al albergue.

Desde Los Arcos fuimos a Logroño, bastante más grande y dónde mejor me lo pasé. Decidimos, después de 6 días caminando, darnos el lujo de ir a una pensión en vez de a un albergue. Esto suponía tener nuesta habitación y baño propios (si hacéis el camino, veréis que se agradece). Además del claro lujo de la habitación privada, ¡estábamos en Logroño! Pudimos cenar con gente normal, en bares normales, tomando pinchos normales (buen cambio con respecto al menú del peregrino).

Vista de Logroño entrando en la ciudad a pie
Y acabo ya (esta entrada es algo más larga porque durante las Navidades pienso tomarme un buen y merecido descanso) con nuestro séptimo día: de Logroño hasta Nájera. No mucho que comentar sobre la última etapa, salvo que fue la más larga y la que hicimos en menos tiempo (ya le habíamos cogido el ritmo a caminar). Una vez en Nájera nos reunimos con mi madre y volvimos a casa (parando a comer el obligatorio cordero lechal en Burgos). Y ya que hablo de mi madre, aprovecho para darle las gracias una vez más: ella se ofreció a llevarnos a mi padre y a mí a Francia y a recogernos en Nájera en coche y así en todas las etapas que hicimos, llevándonos a la salida y recogiéndonos en la meta. Sin ella, se hubiera complicado bastante más toda nuestra aventura. ¡GRACIAS!

Aquí os dejo un mapa interactivo hecho por mí con nuestro recorrido de la primera semana:


Echadle una ojeada por favor, que me llevó bastante...





jueves, 10 de diciembre de 2015

Toledo, Castilla-La Mancha

Siempre recordaré Toledo como la ciudad con el mejor mazapán del mundo. Visité la ciudad con mis padres y unos amigos de Madrid hace unos pocos inviernos, pero por suerte no hizo demasiado frío.

Toledo es la capital de la provincia de nombre igual y de su comunidad autónoma.Cuenta con más de 83 mil personas. Tiene una gran variedad de edificios históricos de arte románica, así como arte sefardí de las comunidades judías asentadas allí antes de su expulsión en 1492. La parte antigua está construida sobre una pequeña cima colina, así que los turistas deben estar preparados para subir y bajar mucho.






























De lo más famoso y, para mí, impresionante fue el Museo Sefardí. La propia sinagoga donde se encuantra es la principal obra de arte de la exposición. El museo recoge una gran variedad de piezas del arte judío anteriores a su expulsión de la Península Ibérica; de arte cristiano, tras su adaptación como iglesia y hospital a partir del siglo XVI e incluso de arte mudéjar.

Una de las figuras más importantes del arte y la cultura de Toledo fue El Greco. Se ha creado un museo específicamente para él, dónde uno puede disfrutar de una variedad de sus obras. Pero su obra más salientable, curiosamente, no se encuentra en su museo, sino en la Iglesia de Santo Tomé. Me refiero a El entierro del conde de Orgaz, un hermoso óleo sobre lienzo en el que unos santos bajan del cielo a enterrar al señor de la villa de Orgaz.


Y como dije al principio de esta entrada, Toledo es la capital mundial del mazapán. Siempre me había gustado, pero esto fue un paso más: marcó un antes y un después en mi vida. Siendo el puente de la constitución cuando fuimos, la mayor parte de los locales estaban ya decorados para la Navidad y las pastelerías no eran excepción. Fueras a dónde fueras, podías ver escaparates llenos de mazapanes de todos los tamaños y formas: dragones, peces, castillos o simples bolitas.


Así que si decidís ir a Toledo, id en Navidad: las iglesias no se mueven, ¡pero el mazapán desaparece rápido!

jueves, 3 de diciembre de 2015

Manhattan, New York

¡Llevaba ya tiempo queriendo escribir sobre la Gran Manzana! Visitamos Manhattan de camino a Portland en el verano del 2008. Pasamos solo una semana allí, pero con tanto ocurriendo todo el tiempo, cada minuto parece una hora.

New York es la ciudad más poblada de Estados Unidos, con una población multicultural de 8,4 millones de habitantes, y Manhattan es el segundo segundo distrito más poblado de ella (después de Brooklyn. La isla de Manhattan está situada en la desembocadura del río Hudson, en el norte del Puerto de Nueva York. Pero hablemos de las atracciones turísticas más importantes, que no son pocas.

La enorme y famosa Estatua de la Libertad se encuentra en la isla de la Libertad (se comieron la cabeza para el nombre). El mirador fue abierto y cerrado varias veces a lo largo de las historia y, por desgracia, cuando fui yo estaba cerrado. Aún así pudimos dar una vuelta en un ferry por el río y acercarnos mucho a la isla.




Supongo que de lo más impresionante es ver la ciudad desde arriba, en el mirador del Empire State Building. Siempre vemos fotos del panorama urbano de Manhattan, pero estar tan arriba, en la cima, es una sensación que no se olvida en la vida y que no se puede describir con palabras. Lo que sí que puedo decir es que me alegro de que tengan ascensores...




Central Park es grande. Muy grande. Es tan grande que cabría casi 8 veces la Ciudad del Vaticano, el país más pequeño del mundo. Tiene lagos, valles, fuentes, ¡un castillo!... Siempre te encontrarás a gente corriendo, paseando, haciendo ciclismo, jugando a algún deporte o simplemente relajándose. Pero es recomendable tener algún mapa o punto de referencia, no es difícil perderse.



Y podría estar horas contando todo lo que se puede ver, pero es como si se juntaran unos señores ricos y dijesen: "Vamos a llenar una isla de cosas emblemáticas y turísticas", que tampoco está tan lejos de la verdad. A lo mejor hago alguna otra entrada sobre la Gran Manzana en un futuro.